sábado, 5 de septiembre de 2015

MI MURO ERA UNA HOJA DE PENCA DE PIRUSHTU.






“Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mente.”- Ludwig Wittgenstein


Mucho tiempo hace, treinta años quizás, cuando  salía uno de las escazas y estrechas calles de Chacas y confluía en un estrecho camino flanqueado por puntiagudas hojas en cuyos bordes podía uno observar, con temor, una hilera de torvas espinas que remataban su ascenso en una mayor que señalaba el cielo.  Entre estas desafiantes hojas a menudo presurosas se ocultaban lagartijas y salamandras poniéndose a buen recaudo de la amenazante presencia humana. Claro, muchas de ellas murieron entre retortijones de dolor, devoradas sobre un nido de hormigas voraces gracias a  las perversas manos de algún crío protervo. Estas eran las pencas, que por doquier prosperaban en la periferia de Chacas, habitáculo de alimañas  y bichos. En esas hojas de uso público cualquiera podía quebrar una espina para herir a la gente escribiendo a su gusto teoremas y dicterios de diversa laya.

Desde noticias de furtivos romances hasta inculpaciones mayores eran el argumento de la narrativa secreta de la injuria y el odio. Nada está escrito para siempre, salvo para quien lo lea, pues esos viejos pergaminos,  enseres del antiguo e infame oficio de  la injuria  fueron cediendo al crecimiento lento e incesante del pequeño pueblo que era Chacas. Quien no haya herido una hoja de penca con un punzó hecho de la misma espina  en su vano intento de perennizar un furtivo amor dibujando con trazos temblorosos un corazón flechado con las iniciales de su nombre y la manceba, no puede decirse chacasino.

Sucede que los conjuros y los hábitos de la gente con relación a los otros casí no ha cambiado; solo, ha cambiado la tecnología. Así hemos pasado del papiro que era para nosotros de la penca, a las redes sociales. Es decir las redes sociales de nuestro pueblo eran las indefensas pencas - a pesar de sus gruesas espinas- que hacían de precarios "muros", "coveres" y otros rudimentos tecnológicos. De modo que con toda certeza podemos decir que el Facebook lo inventamos nosotros en las pencas que circundaban Jirca y Pirushtu, cuando pregonábamos el romance de alguien con la vecinita del frente o cuando, como ahora, desde el más estricto anonimato alguien se ensañaba a punta de insultos y diatribas contra el honor de alguien; la gente no ha cambiado solo la tecnología.

Claro, ahora la tecnología es más versátil puedes “colgar” una foto, hasta del momento menos insospechado, para decir a la gente: “mira yo soy”, “aquí estoy”, “existo”, “hago lo que tú no puedes, jojolete”. Hasta se puede agradecer a Dios, a la Virgen María y todos los santos por algún milagrito a nuestro favor (pásenme la cuenta de Dios, por favor).  O saludar a mamá por su onomástico aunque no sepa  ni por asomo que es un “like”.

Nuestra pobre penca la que era hogar cálido de las lagartijas y otros bichos se ha virtualizado, ha cedido su paso al mundo digital; nuestros corazones flechados se han convertido en “emotions”, nuestros trazos zigzagueantes se han convertido en “caracteres” y otras jerigonzas intraducibles para el común de los mortales.

En fin nuestras posibilidades de expresión se han repotenciado solo que hay que tener mesura  en nuestras expresiones porque corremos el riesgo de convertirnos en lo que Umberto Eco* ha denominado, “legión de idiotas”, porque en realidad la consistencia de nuestro lenguaje es la medida de lo que somos.


Umberto Eco.- Semiólogo y escritor italiano, considerado el ateo mas culto del mundo. Quien desee leer las declaraciones, respecto de la "legion de idiotas" puede hacer click  aquí.

martes, 12 de mayo de 2015

HISTORIA DE LA CREACION DEL COLEGIO NACIONAL AMAUTA ATUSPARIA


(Artículo escrito por don Rolando Leon Melgarejo, en la revista Aspirando, publicada con ocasion de las Bodas de Plata del Colegio)

HISTORIA DE LA CREACION DEL COLEGIO NACIONAL AMAUTA ATUSPARIA

Entregamos tres versiones de la creación del CN DE Chacas tienen el mismo objetivo, el mismo criterio, las mismas aspiraciones vistas desde Chacas a Lima, y justamente escriben sus protagonistas los señores: Rolando León, Aníbal Melgarejo y Pedro Rodríguez.
ROLANDO LEÓN MELGAREJO
Hace 25 años, al crearse el Colegio Amauta Atusparia se hizo realidad el anhelado sueño de los padres de familia del entonces distrito de Chacas, y ahora flamante provincia de asunción
Fue realmente un sueño de muchos años convertido en realidad para este pueblo trasandino, cuyos jóvenes años tras años emigraban a diferentes planteles secundarios, tanto del departamento como Lima. El nacimiento de un plantel añorado,  sin embargo, planteaba un reto para los padres de familia y autoridades, quienes sacando fuerzas de flaqueza comenzaron a trabajar armoniosamente para implementarlo y ponerlo en funcionamiento.
Después de reiteradas gestiones ante el Congreso de la República por intermedio del Diputado Dr. Arcadio Alfaro Cueva, autoridades de Chacas y Centro Representativo Chacas con sede en Lima,  se logró poner en marcha su funcionamiento.
Es así que providencialmente, es nombrado como director del flamante plantel  el profesor Román Gonzales,  natural de Huari, pero de corazón chacasino .Gracias a la acertada gestión del profesor Gonzales,  el Colegio Amauta Atusparia comienza a convertirse en un verdadero plantel  de nivel secundario a nivel de Conchucos.
El Centro Representativo de Chacas con sede en Lima,   bajo la presidencia del señor Marco Díaz Cerna, en coordinación con el Comité Pro Colegio Secundario, el Sr. Pedro Rodríguez y autoridades de Chacas, libró una dura batalla con las autoridades del distrito de San Luis,  quienes presentando argumentos incoherentes  pretendían llevar la sede  del nuevo plantel al pueblo de San Luis .
Ante la férrea gestión del Centro Representativo de Chacas, autoridades y padres de familia, el Ministerio de Educación mediante un decreto supremo crea el colegio secundario en San Luis .
Con esta disposición se dio por terminado el nuevo capítulo de discordia entre sanluisinos y chacasinos .
La inauguración oficial del Colegio Amauta Atusparia se llevó a cabo el 16  de agosto de 1965,  en acto solemne realizado  en el marco de la fiesta patronal que se realiza en homenaje a la Virgen de Asunción.
A la inauguración del plantel asistieron entre otros, representantes parlamentarios por Ancash, autoridades educativas de Huari y Huaraz, delegación del Centro Representativo de Chacas y numerosos chacasinos residentes en Lima y demás ciudades del país . La solemne misa de inauguración estaba a cargo del R.P Aquiles Leon M., quien en su homilía relievó la trascendencia del acto para la juventud estudiosa del pueblo. Estos actos alcanzaron éxito gracias a la decidida participación de las siguientes personas: profesor Román Gonzales (Director), Pedro Rodríguez Cunza (Presidente del Comité Pro Colegio), Cornelio Aguirre Arteaga (Alcalde), R.P. Aquiles Leon M. (Párroco) Federico Vidal A. (Comandante del Puesto), Luis Cafferata Simic (Gobernador), Enrique Amez del Castillo (Presidente de APAFA) y Manuel Mendoza (Secretario del Comité) .
Después del profesor Román Gonzales, vino la gestión del joven profesor Antonio Noriega Vizcarra, quien siguiendo los pasos de su antecesor realizó una fructífera labor en el engrandecimiento del colegio. Fue durante su mandato que se compró un terreno de 5000m2 ubicado en el barrio de San Juan Cruz de propiedad de la Beneficencia Pública de Huari; Esta compra se cristalizo con la donación de 5 mil soles que hizo nuestro recordado benefactor de Chacas, don Cornelio Aguirre Briceño. Este inmueble se encuentra registrado en el Margesí de bienes del Ministerio de Educación.
Posteriormente, el Centro Representativo de Chacas, realizó gestiones ante los dirigentes del Club Deportivo de Chacas con sede en Lima, para que un terreno de su propiedad ubicado en Huaychopampa sea utilizado como campo deportivo del colegio.

En los últimos cinco años, la ayuda del Centro Representativo de Chacas en beneficio del Amauta Atusparia ha sido muy relativa debido a factores que tendrían que ser analizados. Este año el director del colegio profesor Godofredo Montoya y el Alcalde provincial Máximo Vidal, han comenzado a buscar soluciones a las diferentes necesidades que requiere el colegio. Es encomiable que en esta gestión viene participando activamente la asociación de ex alumnos del colegio, quienes ahora ya en su mayoría son profesionales que anhelan convertir a su alma mater en el crisol de la juventud chacasina.

martes, 31 de marzo de 2015

AL SUR DE MI RECUERDO HAY UNA CANCIÓN.



Cuando aquel bulto forrado con un talego, venía bamboleándose  sobre el anca del caballo que mi padre bebido  venía cabalgando;  tuve la extraña certeza que aquel bulto se iba a caer. El caballo se detuvo junto a la puerta de la casa, mientras mi padre gesticulaba y desataba un discurso  ininteligible para el común de los mortales. Con mucho esfuerzo, ayudamos  a mi padre a apearse mientras remataba su deshilvanado discurso con un contundente ¡carajo!.  El bulto fue desatado con premura y mucha curiosidad. La envoltura era un talego de harina sol que soberbio lucía un radiante sol verde dentro de un círculo rojo.

En la sala de la casa el bulto fue descubierto de la tela que un día fuera blanca. Era una caja  roja por la parte superior, por donde  aparentemente era la tapa; y por la parte inferior más amplia, verde. Tenía un pestillo dorado con una curvatura barroca que sujetaba la aparente tapa. Con mucho cuidado desenganchamos el pestillo de lo que en efecto era la tapa, lo levantamos y apareció frente a mí un espejo que reflejaba mi abobada mirada de quien no sabe que ha descubierto. El develamiento de la tapa no solo hizo aparecer el espejo en su dorso que reflejaba ahora mi sonrisa, sino también sobre la base superior de la caja ahora descubierta, un artilugio incomprensible para mí, compuesto por un disco y un brazo de plástico negro con una punta de metal en su extremo libre.

Cuando mamá abrió las puertitas de la caja, encontró un paquete de discos, sacó y colocó uno de ellos sobre el disco de metal que la caja tenía; luego cogió el brazo de plástico negro y lo colocó sobre el disco y entonces empezó a fluir desde la caja una melodía que nos maravilló.  Y papá en el patio continuaba su sempiterno discurso sobre amanuenses y cuatreros.

La melodía era la cumbia “La Momposina” que hasta ahora resuena en mis oídos como recordándome  aquel momento de encantamiento y magia. En ese bodoque de discos que traía  en su vientre de tripley aquel tocadiscos encontré géneros de diversa laya; desde los Bee Gees hasta el plañidero género de Lucio Pacheco. Toda esa colección sin duda competía con creces con los ritmos y géneros que don Miguel Flores, “El chino Flores”,  regalaba en sus audiciones radiales al pueblo a  través de sus altoparlantes colocados en las ventanas circulares de su casa en la plaza cada vez que su ansioso  corazón le inspiraba escuchar música junto con sus ariscos vecinos.

Aquel tocadiscos que un día había llegado a nuestra casa para distraer a veces nuestras tardes melancólicas; nos enteramos luego que, había sido producto de un trueque entre la Gringa Margaret y mi padre. El tocadiscos, que en el documento de trueque, tomaba vida como “un artefacto denominado Pick Up”,  había sido canjeado por una casa propiedad de mi padre en el balneario de Upacasha. Luego de un tiempo; el tocadiscos icolor, así como un día llegó  inusitadamente desapareció como por encanto.  

sábado, 7 de febrero de 2015

REMINISCENCIAS DE CHUCPIN


Al tío Raúl Melgarejo, que vivirá sin fin en cada párrafo, en cada recodo, en cada respiro de sus entrañables historias.

Hoy me he levantado con ganas de escribir. De escribir para vivir lo que no pude, para recordar lo que pudo ser, para poner en evidencia que solo somos recuerdo e historia y que más allá del presente todo es incierto.  Hoy me he acordado de aquella vez, que metido entre la paja despojo del  trigo triturada por la pisada de los caballos, dormía bajo una manta y la luna llena que  pintaba de plateado el pequeño mundo que era Chucpin. Más allá, el Gotu Félix mascullaba algunas palabras ininteligibles, sin duda aporreado por la chicha con punto que había bebido durante la tarde mientras arreaba la recua de caballos sobre la parva de trigo.  Solo el penetrante frío ingresando por algún resquicio de la manta perturbaba por momentos ese encantamiento nocturno de estrellas fugaces y de plenilunio. Al fondo bajo el molle mortecino se observaban perfectos dos cantaros de chicha esperando el amanecer para derramar  por sus bocas desportilladas su espumoso contenido.
Más tarde a la luz del sol y el impulso del viento la paja que había servido de improvisado lecho sería separada de los dorados granos de trigo que luego se convertirían, en el viejo molino, en la harina para el pan de cada mañana. Viento, anhelado por manos apuradas y ansiosas que lanzaban el barajo  de espigas trituradas, que a veces no llegaba. Luego, después de tanta espera, con un ímpetu inusitado se llevaba por los aires el pajal dejando caer por entre la horqueta la preciada cosecha al ríspido suelo de arcilla. Viento, que de cuando en cuando traía una extraña melodía de paz y quietud que solo era perturbado por algún conjuro  quechua de la campesina que barría con cuidado para no llevarse los granos de trigo junto a la paja en su  improvisada escoba de tallos de wisllaco. De esas experiencias está poblada mi infancia, producto de esa especie de exilio bucólico obligado, pues no había forma de convencer a mamá que podía quedarme  solo en la casa del pueblo. Claro, había la ligera sospecha, fundada por cierto, que mientras mamá se afanaban  en las correrías agrícolas nosotros nos distraíamos en las aventuras  dipsómanas. Probablemente las circunstancias ingratas de la chacra por ejemplo una torrencial lluvia en plena parva o  la espera interminable del retorno de la recua en el horizonte que insinuaba nuestro pronto retorno a Chacas; alejaron de mí el  encantamiento que en otros provoca  ser agricultor.
Ya mayor tuve la oportunidad de sembrar a medias con mi inolvidable amigo Oriol Amez una chacra con papas. Ligera tarea la de sembrar papas y lidiar con los campesinos, que en lejanos claustros llamarían administración de recursos humanos.  En esas circunstancias de falencias en erudiciones en temas laborales recibo el generoso ofrecimiento de mi primo Délmar. “Primo- me dice- vamos un día a Potaca para que veas cómo se maneja a esta gente”. En efecto,  después de algunos días, enjaezamos  los caballos: el Ratón y Tornado, y apertrechados de un talego de coca, un bidón de alcohol y un suculento fiambre partimos presurosos hacia las altas punas donde se respira el gélido aire de la cordillera, con el objeto por lo menos por mi parte, de recibir  una lección magistral en manejo de personal. Al trote de los caballos que vaporosos subían el camino pedregoso llegamos a la vaquería a cuyo costado se podía ver los tallos de la papa que aguaitaban por entre el  hierbajo. Cuando llegamos estaban ya los peones a la vera del sembrío sentados en fila chacchando coca.
No bien nos vieron llegar los  jornaleros expresaron su entusiasmo con una franca sonrisa al ver el bidón sobre anca de caballo y que suponían era de alcohol. Délmar improviso un saludo en quechua que fue respondido con un retahíla desordenada de inclinaciones. Una vez que hubimos descargado nuestras vituallas y demás enseres procedió a repartir la coca en las amplias manos hechas cuencos y el alcohol en una taza enlosada blanca de borde azul. Después de media hora de concentración los campesinos empezaron a desperezarse y atacar la tarea de deshierbar el papal.  Cuando el sol traspuso la cuarta parte de su recorrido en el cielo Délmar anunció un descanso de quince minutos y nuevamente la coca y el alcohol para el deleite de los operarios.

Hasta ahí todo la lección estaba siendo rigurosamente aprendida y anotada en un pequeño cuaderno con la discreción debida tras un arbusto. Los jornaleros trabajaban infatigables  habían avanzado la tarea por sobre mis cálculos. Luego del almuerzo se reanudo la tarea con el mismo entusiasmo de la mañana;  claro la coca y el alcohol habían corrido a raudales, ahí estaba el secreto de esta nueva ciencia de manejo de los jornaleros. Eran las dos de la tarde y Délmar me propuso ir a la casa rústica construida de piedras y paja que tenía junto al puente, que servía de depósito, a guardar algunos trastos agrícolas. Luego de un tiempo cuando retornamos a la chacra inmediatamente entre en la cuenta que la lección de administración de recursos humanos había fracasado. Los  jornaleros yacían tendidos totalmente ebrios por entre los surcos mientras Délmar entraba en cólera, pues definitivamente  la lección había fracasado. Frente a ese fracaso ensillamos los caballos y retornamos en silencio hasta Chacas, porque no cabía más que el silencio.