lunes, 25 de noviembre de 2013

MARADONA, DELMAR Y LA EFEDRINA

Selección del Colegio Amauta Atusparia. COPA CÓNDOR DE CHAVIN. Parados: Lucho Flores, Máximo Conroy, Edmundo Egusquiza, Hugo Negreiros, Lizandro Falcón, Victor Flores. Sentados: Roger Amez, Víctor Carbajal, Edic Amez, Delmar Conroy y Daniel Vega


“Atornillado frente a la pantalla del televisor y amenizando el espectáculo con abundantes tragos de cerveza, cubalibres o whisky, se desgañita, congestiona, aúlla, gesticula o deprime con las victorias o fracasos de sus ídolos, como corresponde al hincha antonomásico. Razones sobradas, señor mío, para que yo confirme mis peores sospechas sobre el mundo en que vivimos y lo tenga a usted por un descerebrado, cacaseno y subnormal.
 Mario Vargas Llosa de Cuadernos de don Rigoberto

Cuando en el mes de agosto en un escenario caprichoso  como es la actuación central de aniversario del Colegio  Atusparia el profesor Mishanko me entregó la foto que precede a la presente nota se me ocurrió que había llegado el momento oportuno de hilvanar esta historia que ha estado desde ese día en el tintero, hasta hoy un día melancólico.
La plaza de Chacas por mucho tiempo fue escenario de los más enconados partidos de futbol de los que tenía el privilegio de observar desde el verde y apolillado zaguán de mi casa. Los arcos del estadio improvisado estaban orientados hacia el este y el oeste, lo que  a veces provocaban que la pelota resultara haciendo añicos algunas botellas encaramadas en la estantería de alguna tienda de alrededor de la plaza. Las victimas más continuas producto de esa alineación  especial de los arcos eran mi abuelo Santos y  mi tía Rebeca pues las puertas de sus respectivas tiendas coincidían con el ángulo perfecto para achuntarle un chuñazo al esférico que a veces terminaba entre las botellas de pisco Sol de Ica. Incluso un día cuando mi abuelo reclinado a la pared sobre una silla leía algún diario que con mucho apremio había recibido desde la ciudad de Lima recibió un furibundo pelotazo en los lentes, los que volaron por los aires haciendo piruetas antes de estrellarse en la áspera arista de una piedra. El autor del artero “shoot”, su futuro yerno Venshi, tuvo que hacer componer luego los monóculos de don Santos su futuro suegro.
Como todo fluye, como diría Heráclito, nuestra vieja plaza dejo de ser estadio plegable para ceder el paso al coloso de Huaychopampa  que con el tractor que unió la carretera San Luis- Chacas terminó de ser construido en los predios de los Falcón y bajo la vigilante mirada de la Tía Maura que con garrote en mano vigiló hasta de noche para que no tocaran ni un centímetro de su chacra más allá de los linderos de la venta.  
El estadio de Huaychopampa sería entonces  el nuevo escenario de los más disputados partidos de fútbol entre Chacas y Macuash equipos clásicos de nuestra lejana reminiscencia. Recuerdo que mientras se desarrollaban los partidos, sentado hacia el norte en una piedra el tío Mario alentaba al equipo de sus amores, Macuash; sin dejar, claro está, de hostigar a su hermano Florencio, hincha de Chacas, con el epíteto de Huaychooo; mientras este, desde su trinchera sur  inmediatamente replicaba: “Calla Shuuuuupllu”.
Y así pasó el tiempo y nos trajo la televisión y el Mundial USA 94. Maradona la estrella mundial de todos los tiempo metería a Inglaterra el memorable gol luego del cual fue directo a la cámara en estado de éxtasis como burlándose de los gringos que nos habían ganado la guerra de las Malvinas; pero, que en el futbol nunca nos ganarían. Sin embnargo cual sería nuestra desdicha que luego de la resaca del triunfo enterarnos que el grandioso Maradona se había dopado, drogado con una sustancia con nombre de profesora de química, Efedrina, por lo cual fue expulsado del torneo y enviado a Argentina.   Decían los noticieros que era una sustancia  que se encontraba en el compuesto Formula 44  de uso habitual  como broncodilatador.
Sucede que luego del Mundial empezó en nuestra localidad el campeonato “Copa Yanamayo” que era un torneo de fútbol entre las representativos de las provincias cuyas ríos son afluentes del Yanamayo: Pomabamba, Piscobamba, San Luis y Asunción. El equipo de Chacas estaba capitaneado por Delmar, y otras estrellas en indiscutible declive como Mundo, Shalluco, entre otras viejas glorias. Delmar, que en sus tiempos mozos había demostrado una constitución y vivacidad  asombrosa ahora padecía los efectos del tiempo y el deterioro físico. Otro que demostraba desgate y cansancio físico en cada partido era Tomaco; pero, en este caso siendo más joven que Delmar, obviamente otros eran los factores como entenderá el público espectador.
El encuentro estelar se desarrollaría el domingo. Era la final entre  Chacas y Pomabamba y nuestras dos estrellas (Delmar y Tomaco)  estaban exhaustas, ¿qué podíamos hacer?. Entonces a alguien se le activó el ingeniero. “Oye por qué no les damos formula 44, no dicen que tiene efedrina…”. Claro, teníamos que garantizar un buen desempeño si queríamos ganar. Entonces en la tienda del tío Estenio compramos dos frascos de Fórmula 44 los que los trasvasamos a unas botellitas de Coca Cola. Antes del partido les hicimos beber la mita del contenido  a cada una de nuestras estrellas y luego sorbo a sorbo en el entretiempo e increíblemente el despliegue físico de ambos fue espectacular aunque Delmar se lució mucho más anotando varios goles. Tomaco aunque correteo como un becerro cerril tuvo una participación ineficaz. Haciendo luego  el análisis del por qué de esa diferencia en el desempeño, nos dimos cuenta que ello había sucedido por que Delmar bebió la Formula 44 con expectorante y Tomaco la Formula 44 con silencium que lo silenció.

Fue una hazaña sin lugar a dudas y el trofeo ahora luce empolvado en la sala de sesiones del municipio cual cordero degollado colgado de una pita.

sábado, 2 de noviembre de 2013

NOS ESTAMOS QUEDANDO SOLOS

El tio Alejadro Bazan Pittman.


“Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa
 queda disminuida, como si fuera un promontorio, 
o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.”  
John Donne
Una noticia aciaga nos sorprendió en el cementerio, mientras conmemorábamos un año del fallecimiento de doña Vitalia Luna, la muerte del tío Alicho (Bazán). Inescrutable configuración de circunstancias que el destino se afana a veces en brindarnos.
Una palabra es -a veces- suficiente para definir a un hombre y en el caso del tío Alicho qué duda cabe que él término que lo define es “acomedido”* en toda la  extensión su significado. Siempre  lo recordaré como el gordito bonachón envuelto en un poncho habano que recorría cada grupo que se formaba en torno a la plaza y en el que encajaba mejor era entre los jóvenes  sin duda por su espíritu juguetón. Su hablar atropellado, su correa para la broma, su acuciosidad para el festejo y la colaboración eran un rastro indisoluble de su humanidad.
                Como olvidar sus monsergas, en su calidad de director de la escuela, cuando alumnos allá en la escuela junto a la iglesia, en la que cada mañana nos instaba a todos a bañarnos en las aguas “calentitas de Hurahuanca”, que “un pantalón parchado pero limpio es más digno que un traje sin parches pero sucio”. Como olvidar su bonhomía y complicidad con sus pupilos, que tenía por legiones, para ponerles el mote preciso.
                La imagen más nítida que fluye de mi memoria cada vez que escucho al Conjunto Musical Ancashino Atusparia  es aquella en la el tío Alicho, con su pañuelo blanco flameando y con una mano sobre la espalda, disfrutaba del huayno “Huarcinita” con su característico siseo y sonrisa a flor de piel, frente al imperturbable escrutinio de rostro ceñudo de sus tres hijos rubios que miraban desde el cuadro que colgada en la pared de la sala.  
                Como olvidar que, quien sabe por él llegue a aprender a disfrutar de la lectura, pues cada vez que compraba un  comic para sus hijos (mis primos) los leía también yo, convirtiéndome un lector pirata. Como olvidar de su biblioteca en la que estaban colocados en fila los seis tomos impolutos de las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma que me las fui devorando poquito a poco gracias a que me los fue prestando uno a uno.
                Jhon Donne decía: “Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”. Por ello cuando muere alguien muere una parte de nosotros. Por esa parte de nosotros que vivía en él es que ya no será posible la chacota entre el tío Alicho y ese otro gordo entrañable, Uruchi, en ninguna tarde de invierno. Pero el hombre no muere del todo y más aún cuando es bueno, pues su bondad se extiende más allá de la vida.
                Finalmente como un homenaje al tío ausente, a quien le gustaba tanto bromear, os contaré una anécdota del día de los muertos.
Sucede que un día como hoy, “día de los muertos”, Meche preparaba una serie de delicias y bocadillos recordando a su madre doña Virginia fallecida hace algunos años. En realidad se había preparado desde el día anterior amasando los panes, cortando el repollo y fileteando el tocino pensado homenajear el recuerdo de su madre a quien la parca se la había arrebatado.
Mientras su esposo, Jishu, a quien la suegra en vida había rebautizado con el grotesco mote de “Hornupa santun”** bebía unas cervezas con sus amigos en los arrabales del pueblo. La tarde avanzaba y el debate sobre la política local y las trapacerías del alcalde  se tornaba por momentos candente. Llegó un momentos en que Jishu vio el momento oportuno para escabullirse con el truco del baño. Con su caminar sinuoso que evidenciaba que había bebido más de la cuenta bajó por sobre el empedrado descuidado que terminaba en unos profundos charcos frente a su casa, y llegó a su hogar e inmediatamente se sorprendió al ver la luz encendida del comedor, pues la noche estaba muy avanzada. Y más sorpresa aun le causó que Meche, quien sabía que cuando no llegaba a casa temprano estaba bebiendo, nunca le dejaba siquiera una sopa fría, ahora le había dejado sobre la mesa un buen plato de puchero con buen trozo de tocino y unos deliciosos panes alrededor. Sin perder tiempo le metió diente a tan exquisito majar que lo reanimó. Cuando de pronto de entre la cocina apareció Meche con un tazón conteniendo un dulce de duraznos entre las manos y en el rostro una furia contenida.  Jishu, que percibió la furia, pensó que era por su embriaguez; sin embargo, no cabía en su razonamiento tantas atenciones como el dulce de durazno. Solo cuando Meche pudo hacer estallar su furia para decir: “Oye so cojudo, te estas comiendo el “Tatzikuy”*** para mi mamá”, se dio cuenta que se había devorado el “puchero” de su suegra.

* Servicial, oficioso, obsequioso.
** En Chacas como en muchos lugares de la serranía hay la costumbre supersticiosa de hacer esculpir un rústico rostro sobre la puerta del horno, y se supone que es el rostro de quien uno odia o ama, es ese rostro al que denomina “Hornupa santun”.

*** “Tatzikuy”, merienda que se ofrece a los muertos en la noche del día  de los muertos (Primero de noviembre).