jueves, 28 de junio de 2012

EL JINETE DE SAN JUAN CRUZ


Escudo de Armas del apellido Amez
Esta nota, que después de algun tiempo de silencio, quiero compartir con ustedes está referida, entre lineas, a un tema muy sensible en Chacas. Expresa de alguna forma el racismo y la discriminación que de manera soterrada se expresa en muchos de nuestros actos y expresiones. Resulta que mi abuela materna era de descendencia Amez, un apellido muy   abundante en Chacas y que según la genealogía que he investigado tiene origen vasco. Menciono esto solamente para desmentir que tenga origen inglés como algunos alegan. Además digo que mi abuela era Amez para poner en evidencia que tengo sangre Amez en las venas para que luego nadie pueda pensar que tenga alguna animadversión en contra de los Amez. Por el contrario tengo una gran cantidad de parientes y amigos apellidados Amez a quienes aprecio y tengo en gran estima.
Por la vía materna tengo también la sangre de los Falcón que es otro de los apellidos que abundan por estos lares. Por lo mismo el protagonista de esta nota, es tío mío, a quien igualmente le tengo estima y un aprecio especial. Y quería hacer esta digresión antes de extenderme en el objetivo de esta nota porque podría suscitar alguna susceptibilidad entre mis ocasionales lectores que tenga alguno de esos apellidos o ambos. De modo tal, que el pequeño relato que continuación esbozo, con el agregado de algunos de mis traumas y fabias de niño, es solo una caricatura y exageración de lo que realmente sucedió. 
Cada vez que aquel jinete aparecía desde las afueras del pueblo por el pedrerío de San Juan Cruz como tocados por un pánico colectivo el vecindario experimentaba  casi al unísono un cierrapuertas. Su indoblegable rocín  jadeante y trémulo ponía sus acerados cascos sobre el empedrado de las calles produciendo chispas y centellas mientras su apocalíptico montador con las riendas en ristre repartía chicotazos  a los cuatro vientos. Las viejas invocaban a Santa Bárbara y los niños se apretujaban de terror en el regazo de sus madres cuando escuchaban repiquetear los herrajes del cuadrupedo moro en el piso empedrado.  Cuando llegaba a la plaza sus movimientos se hacían impredecibles. Hasta podía introducirse, sobre su jamelgo, a la bodega de algún descuidado comerciante que no se había percatado de su presencia y no tuvo tiempo para cerrar su puerta. Ya adentro; el jamelgo como si se hubiera puesto de acuerdo con su jinete para producir mayor crispación, se cagaba sobre el límpido piso de la tienda ante espanto del abacero.
Mientras, a través de los orificios de las viejas puertas los niños veían horrorizados a aquel jinete que en la cosmogonía  infantil local era temido hasta el espanto. Y aquel día sería como una especie de exaltación de sus hazañas; se trepó por las escalinatas del atrio de la iglesia que tenía la puerta abierta por ser domingo, luego de dudar por un instante se introdujo a la iglesia produciendo la exclamación de la cucufatas, el terror de los niños y la sonrisa prudente de los maestros que espiaban todos sus movimientos desde los resquicios  de las puertas . Luego de unos instantes sumamente largos para las cucufatas, que se habían despachado varias avemarías y dios te salve marías, el jinete salió  intrépido y sin ningún arrepentimiento por la puerta lateral que los chacasinos llamaban “Pachan Puncu”. Nunca nadie supo lo que se produjo dentro de la iglesia. Puede que haya hecho una reverencia a la Virgen o que se haya arrepentido dentro, aun cuando todos en el pueblo atinaron a calificar como apostasía aquel acto de arrojo o de insensatez.
Luego, de un solo rebenque hizo saltar  a su caballo  hasta la puerta del Concejo Municipal desde donde anunció una proclama condimentada de ajos y cebollas para finalmente sentenciar en quechua: “Caraju, Chacas progresanga amezcuna ushacayaptinrami”*; y raudamente espoleó su caballo y desapareció como un viento cerril por entre el pedrerío de San Juan Cruz.

 *  Carajo, Chacas prosgresará cuando los Amez se acaben.

2 comentarios:

  1. COMENTARIO POR ENCARGO DEL RROF. MISAEL NORIEGA BARRON: "Este mismo pintoresco personaje fue excomulgado, debido a su actitud de herejía, por el entonces Obispo de Huari, Marcos Libardoni. Nuestro pasiano, para ser perdonado tuvo que caminar de rodillas, desde el atrio de la catedral de Huari hasta el altar. Logrado su propósito, retorno a Chacas y celebró el acontecimiento con otra formidable borrachera".

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  2. Mañu, muy agradecida por escribir
    Muchas felicidades en este nuevo año

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