miércoles, 25 de enero de 2012

ACOCHACA: NO HAY CHIHUALOS EN CUARESMA



Cuando Gringacho recibió la invitación del Gordo Francesco para asistir al chihualito en el Puerto de Acochaca hizo un mohín de disgusto al comprobar que  su calendario religioso le indicaba que ya estábamos en la Semana de Cuaresma. Por eso sin ambages le recriminó su falta de devoción para cumplir con las obligaciones religiosas. Con su voz chispeante, expresamente acelerada para que fuera inconfundible su amargura, le reclamó como se le ocurría festejar un chihualo en la Semana de Cuaresma, cuando en esta semana debe observase un  espíritu penitencial y de conversión. En su fuero interno pensó: “Solo a este gordinflón bribón se le puede ocurrir semejante irreverencia”. “Mira gordo, - le dijo en voz alta- solo iré al almuerzo, luego tendré que retirarme porque ya sabes que en Cuaresma haría mal en estar participando de una fiesta”.
El Gordo Francesco se había preparado como nadie para el chihualito en ciernes, trayendo desconocidas y olorosas frutas; multicolores mantas; sombreros y mil adefesios que sobre el arbolito lucirían coloridos y cimbreantes. Un ternero pinto se rindió ante el filoso cuchillo para, a costa de su vida, alimentar el de esos herejes que rondarían al día siguiente alrededor del implante arbóreo, símbolo de la fecundidad. Botellones regordetes  de Pisco, embotellados en las más preciadas  destilerías de Huacho y Sayán,  adocenados en el piso de la sala esperaban ser vertidas en los ávidos gargueros de los consuetudinarios beodos carnavaleros.
“Gringacho”, mientras tanto, dudaba si encasquetarse o la camisas floreada “Sergio Valiente” o la más formal “Dolce and Cabana”. Esa duda hamletiana, le hizo olvidar el espíritu penitencial y no entró en la cuenta que se hacía tarde y debía abordar la combi pachamguera que habían contratado todos los impenitentes carnavaleros. “Chumacera, falta que me  dejen esos mequetrefes”, imprecó. Con las justas alcanzó un par de medias agujereadas y se calzó los pesados chancabuques. Se lanzó a la calle  al alcance de la combi que con las justas, a punta de silbidos mal emitidos y unos ey… ey…  ey… desesperados, pudo detener.
La casa del Flaco estaba atestada de gente; sin embargo, los invitados del Gordo Francesco teníamos las sillas reservadas en un lugar preferencial   de la mesa principal. La pareja del Gordo, Tereziña, con su expresión de apuro casi decía:  solo los estábamos esperado para arrancar”. En efecto, no bien nos sentamos se anunció al Gordo como el encargado de hacer el brindis. Unas palabras más unas menos y casi no dijo nada, excepto ¡Salud!. Gringacho, con cierto remilgo se despachó sin pausa toda la copa de Pisco Sour hasta el fondo. Entre almuerzo y charla, bromas por aquí bromas por allá ya todos estábamos colorados y más colorado aun “Gringacho”.
Luego, alguien con voz de barítono  indico que ya era hora de salir. Enganchados de los brazos, polveados con harina de ancay o shacui, ceñidos en los versos incitantes y febriles de las multicolores serpentinas salimos al compás de los bombos y roncadoras, mientras la gente bullía en su intento de arrebatar alguna fruta al receloso encargado de ensartar las frutas y demás adornos en las raídas hojas del árbol.
La fiesta alrededor del arbolillo de capulí estaba en su éxtasis y Guingacho ya había sido tentado, a diferencia de Cristo en el desierto, por el demonio embotellado. Unos baldes de agua, una machcadita, un rollo de serpentina eran como un cumplido, una consideración, una expresión de amistad y hasta una insinuación de amor. Pero la tarde avanzaba avasallante, incluso la noche insidiosa ya estaba atropelladamente sobre nuestros hombros. Era hora de irse, hecho el censo dentro de la combi faltaba Gringacho. El Gordo salió raudo a buscarlo y de tanto hurgar en la noche y sobrellevar la brisa del río lo encontró. El pobre Gringacho yacía en el cálido piso porteño junto a un cilindro, rendido por la tentación. Cuando el Gordo regresó casi como ordenándome expresó: “Manu, anda a recoger la Cuaresma del Señor”



4 comentarios:

  1. buena mañu esto se lee como los relatos de Arguedas creo que te estas volviendo un buen escribi... perdon escritor

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    1. Sr Marlon creo que Ud no lee a Arguedas, por eso comenta de ese modo.

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  2. Francisco Alva Cerna31 de enero de 2012, 21:51

    buena mañu, ese chiwalito,cuando lo tumbe, al día siguiente temprano nos levantamos a la plaza, donde habían las señoras que venden y le pregunto: ¿Quien habrá tumbado? yaj.. kikin tumbasquir.

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  3. Bueno señor Marlon creo que Ud. no lee a Arguedas, por eso comenta así.
    Sr Alva como Ud está alugunos añitos aquí en Lima se está olvidando hablar correctamente el quechua: no será ishkyskatzyr en lugar que tumbasquir?

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