miércoles, 7 de septiembre de 2011

DE JOYERO A POETA

Plaza de Acochaca
En recuerdo de  la tía Elena Amez López, mujer generosa y hospitalaria.
Tras la tapia estaban los naranjos y limoneros que a pesar del muro  regaban su fragancia por el camino que los circundaba. No podríamos entrar, el muro era demasiado alto y sobre todo el miedo a que nos descubrieran robando  las jugosas naranjas nos detuvo de nuestro intento. Así que nos dirigimos al remanso  que en el frío río en esa tarde soleada, pensábamos, nos refrescaría.
Como oasis en el desierto,  cual aparición sorpresiva  ahí en medio del remanso bañabanse tres preciosas chiquillas que no entendían  su inocencia y protuberancias que recién se insinuaban detrás de unos trapos que por primera vez veíamos en el cuerpo de una mujer. El sonrojo se encendió en nuestros rostros y en el de ellas, sin embargo, más fue la emoción de ver por poco desnudas a las lindas nietas  de la dueña de la huerta que hace momentos pretendimos asaltar.
Tuma era como un “balneario” apartado del “puerto” de Acochaca. Un lugar paradisiaco lleno de huertos cuyos frutos con sus aromas y colores atractivos aguaitaban por sobre los muros como tentando a los viajeros a transgredir el séptimo mandamiento. Habían jugosas naranjas, fragantes limas, barrigones pacaes, y blandas paltas. Junto a los huertos en un  recodo del rio el agua calma invitaba también a los viajeros a darse un chapuzón en las soleadas tardes que a veces la equivocación del tiempo nos regalaba. Eran épocas de carnaval, entonces, relajados los temores y vergüenzas empezamos a jugar  arrojándonos agua lodosa de las riberas del río, o más precisamente a embadurnarnos entre sí tratando de no ser obscenos  en el contacto con  el ligero cuerpo de las chicas. Jugamos hasta muy entrada la tarde, retozando en el frígido río hasta que nuestros cuerpos entumecidos ya no resistían el agua mientras el sol se ocultaba por sobre el cerro dejándonos una vaga sensación de tristeza. 
Vestidos ya,  luego de una ligera ablución en el mismo río  en que nos habíamos embarrado nos disponíamos a retornar a Chacas; cuando una de las chiquillas nos invitó a coger los deliciosos frutos del huerto que las tapias nos habían prohibido ingresar. Sin premura, aun cuando la noche se avecinaba, empezamos a depositar las limas, naranjas y paltas por maduran en los morrales hechos de nuestras chompas, mientras la abuela complaciente observaba el virtual saqueo de su huerto. Si hubiéramos sabido que el camino más fácil al huerto era por el río y las chicas no hubiéramos perdido el tiempo intentando trepar las infranqueables tapias del huerto.
A partir de esos carnavales nuestra amistad con las chicas se aproximó y más precisamente el bicho del amor empezó a rondar y pronto a cosquillear nuestra piel. Luego, ya no sería el huerto el escenario de los juegos, sino la iglesia el escondite y el rezo el argumento perfecto para sufrir la vida junto a las chicas, y sobre todo una, quien para acallar las cuitas de mi desafortunado corazón me ponía una sortija “consuelo” cada noche en el anular izquierdo después del Ave María. Tanta era mi angustia que prácticamente me estaba convirtiendo en joyero porque me había hecho custodio de cuanta sortija me daba como rezo había y que tintineaban en mi bolsillo como proclamando mi desconsuelo. Pero el amor por ella era estacional y llegaba solo con los carnavales, pues  ella y sus primas  visitaban a su abuela del huerto y sus padres en Chacas solo en tiempos de vacaciones. Alborotando  almas y corazones partían nuevamente cuando el invierno estaba empezando a menguar. Y por ahí surgía el rumor de una carta encargada que estaba destinada a mí, en alguien que nunca llegaba a entregar y yo ensayando  contestaciones en forma de versos presurosamente hilvanados. Pasaba el invierno, pasaba la fiesta de agosto y de nuevo las sortijas y de nuevo las cartas que nunca llegaban y los versos que nadie leía.   

2 comentarios:

  1. Estimado Manuel, màs que intersante tu historia me resulta familiar. Me pregunto quièn serìa aquella niña que te robaba tus sueños...?. Bueno si me permites quiero sujerirte lo siguite: antes de dar por culminado tu articulo revisa bien tu redacciòn, tus ideas fuerza deben ser màs y deben estar entrelazadas en toda tu narraciòn. Esto hace que el lector no se pierda. Ten en cuenta que cuando uno escribe es para dirigirse al publico en general y no necesariamente para los que identificràn la historia como es mi caso y el de muchos Chacasinos. Veo q haces cambios bruscos o terminas la idea luego. Repites muchas veces las mismas palabras. Podrias definir mejor tu estilo. Procura que otros lean antes, uno mismo no logra encontrar sus errores. Lee màs atentamente a autores cuya narrativa es rica, abundante y elegante en su descripciòn. Es mi experiencia personal, ya que tambièn estoy en el intento de mejorar cada dìa, en este arte. Cariños, Frida Ayala.

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    1. Manuel, sigue escribiendo , como lo haces, siendo autentico,asi se originan las diferentes tendencias , sin conceptos copiados,o trabajos hechos por otros y firmados por ti,
      a buen entendedor...sujerirte??? o suGerirte
      con mucho aprecio

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