lunes, 4 de julio de 2011

SON VA-LE- RO-SOS LOS IN-DIOS …


Plaza de Chacas - Edmundo Garcia Taylor, arqto.
Estando próximos a celebrar el día del maestro y considerando que el maestro aporta un ingrediente importante en nuestra formación y nuestra personalidad, y siendo yo profesor no podría dejar  por desapercibido el recuerdo de mis maestros, de nuestros maestros, que a la postre son el referente de lo que pensamos, creemos y alcanzamos en la vida. Y no podría  dejar de recordarlos sino haciendo una compilación de escenas y características generales de su imagen dentro de la escuela al que asistimos de generación en generación.
La escuela ubicada junto a la iglesia, a una cuadra de mi casa, cobijaba a un nutrido grupo de alumnos que proveníamos de la localidad y de los caseríos cercanos a Chacas. De modo tal, que la experiencia escolar nos permitía compartir alegrías, tristezas, prejuicios, temores, travesuras que son también formas de aprendizaje que luego nos permiten confrontar la vida y sus problemas.
En la escuela de ese entonces prestaban sus servicios muchos profesores que sería tarea extensa describir y hacer una semblanza de cada uno de ellos; de modo que solo me limitaré,  a través de canciones escolares u alguna otra imagen privativa de alguno de ellos, recordarlos.
Los profesores que recuerdo por las canciones, las que además pueden darnos una atisbo para especular sobre su preocupación mas inmediata o sobre su  naturaleza son: el profesor Venshi será recordado por mí por su canción “Soy esclavo del trabajo un tirano es mi patrón” que denotaba una preocupación por lo social. Al profesor Chamico no los puedo desligar del ritmo cadencioso y pausado  de la canción “Son valerosos los indios, los descendientes del Manco… ”, que pretendía afirmar en nosotros el reconocimiento de la cultura indígena. La profesora Norma Huertas en la canción que nos enseño “Alicia va en coche Carolin…”  denotaba un espíritu alegre, juguetón y amistoso.      
Así como sería imposible olvidar los pellizcos de la profesora Elba  Flores que no por gusto tenía las uñas largamente pintadas sino para imponer su autoridad. Tampoco se podría olvidar la afabilidad del profesor Alicho Bazán aun cuando había una mirada ceñuda de alguien que lo vigilaba para que no fuera así. La diligencia, iniciativa y entusiasmo de la profesora Carmen del Rio competía con el entusiasmo del profesor Mishanco que entre estridentes  carcajadas derrotaba a sus eventuales contrincantes de ajedrez. Y para concluir con este inventario sucinto de imágenes magisteriales, cómo no recordar la imagen de Cowboy del profesor Robinson que  nos contagió su afición por los caballos, la imagen dulce y contemplativa de la profesora Gladys, el buen carácter y temperamento compresivo de la profesora Maruja, que más bien  era nuestra directora.
Del colegio, donde desaparece la inocencia y la ingenuidad, nuestras imágenes son menos románticas y soñadoras. El colegio del cual teníamos la imagen de una entidad de mayor jerarquía en lo administrativo y académico era ya una realidad apenas acabamos la primaria. Aun cuando para algunos pueda que tenga yo una imagen de estudiante irreflexivo, pendenciero  y desordenado (puede que lo haya sido) en mi época de escolar tuve la suerte de que me picó el bicho de la lectura de manera patológica, pues leía todo cuanto llegara a mis manos. Además de lector obsesivo me había convertido en bibliófilo y ahí está, como prueba, mi nutrida biblioteca producto de esa afición. Pues, digo esto porque siempre buscamos, cuando estudiantes, referentes que se ajusten a nuestras aficiones y expectativas.
Tuve como maestros a dos personajes indiscutiblemente importantes para la vida de muchos chacasinos como yo, aunque algunos por necedad no quieran reconocerlo. Uno, el profesor Montoya a quien le tengo un aprecio y cariño  especial y como no a Nacho Egusquiza mi profesor de Filosofía. Además del profesor Shanti (no recuerdo su apellido) para mí son los referentes de la época colegial que intensificaron en mí la afición por la lectura y la investigación. A todos ellos  a los que he nombrado aquí, a los que no los nombré por falta de espacio y de memoria; pero, que de alguna forma intervinieron  para forjar nuestro espíritu y formación ciudadana mi homenaje, reconocimiento y aprecio. 
Nota agregada en 2015. Un recuerdo especial para mis maestros Tomas Camino, Ignacio Ostos, Giraldo.

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