domingo, 17 de julio de 2011

ENCIERRO DE SAN SEBASTIÁN


En Semana Santa estuve por Tarma, la tierra del dictador Odría,  porque me dijeron que la celebración de Semana Santa era muy bonita, y en efecto Tarma es lugar muy bonito y sus festividades religiosas muy concurridas. Aun cuando no estuve toda la Semana Santa puedo decir que Chacas con la difusión adecuada tendría más acogida para los turistas que Tarma, teniendo en cuenta su diversidad, colorido y devoción, aunque esto  último se esté perdiendo. Bueno, parado en la Plaza de Tarma, entre la muchedumbre que acompañaba la procesión, con mi vela en la mano me puse a recordar con espíritu de expiación  esto que a continuación les relato.
 Cuando las tres profesoras entraron al límpido hotel casi resbalaron en piso carmín lustrado hasta la extenuación. Eran jovencitas recién egresadas del instituto y empezaban sus labores en este pueblo aparentemente acogedor y esencialmente reverente de Dios. Al dirigirse al hotel notaron un movimiento inusual  de gente que iba y venía con un aire de afectación trasladando maderos hacia la iglesia; pero, no entraron en la cuenta que se estaba celebrado la Semana Santa. Así que, sin ningún temor ingresaron al hotel y encontraron a los flamantes amigos que habían conocido y algunos otros, entre ellos un gringo extranjero. Unas risas de nerviosismo fueron el preámbulo de una conversación condimentada por la chanza y  varias botellas de cerveza ofrecidas por el robusto anfitrión. Mientras  la tarde iba declinando, por la puerta celeste del hotel ingresaron varias docenas de cerveza encubiertas en una mochila de regulares dimensiones y las muchachas cada vez más parlanchinas iban camino al delirio.
Cuando uno de los anfitriones, el más el gordo, salió al baño vio en la vereda del frente  la cabeza de un toro recientemente decapitado y no se le ocurrió mejor idea que coger la cabeza y asustar a las profesoritas. Con la cabeza de toro entre las manos, entró en la impecable sala y en actitud de toro envestidor  empezó a corretear a las inocentes y preciosas  docentes. Las profesoras en un fingido estado de pánico correteaban delante del gordo toro mientras los otros se carcajeaban hasta más no poder. Cuando terminó el encierro taurino en el pequeño patio del hotel casi inmediatamente empezaron a tañer las viejas y rajadas campanas de la única torre de la iglesia. Eran la siete de la noche y empezaba la misa de la desclavación de Nuestro Señor Jesucristo. Mientras los acongojados acólitos de la Santa Misa oraban y mentalmente se flagelaban, en el hotel el colorado anfitrión recogía la cuota para el  Ron Cartavio porque las cervezas se habían acabado.
Más tarde y a lo lejos se escuchaban los canticos afligidos de los acompañantes de la procesión del Santo Sepulcro y las luces de las velas daban la impresión de crepúsculo en el horizonte. Mientras en la sala se mezclaba las dos botellas de supuesto ron con un botellón de Pepsi Cola. En los vasos ribeteados de dorados relampagueantes, el colorado vertió la mezcla de alcohol con Pepsi Cola y los distribuyó entre la impía feligresía del hotel. 
Cuando el alcohol en la botella con etiqueta de Ron Cartavio iba ingresando en el torrente sanguíneo,  en el cuerpo del gringo empezó Eros a despertar. Después de algunos minutos, mientras el zapateo de un huaynito festivo los distrajo, lo vieron dándole un candoroso beso a una de las profesoritas sin reparo por los presentes. El anfitrión herido en su amor propio intentó perpetrar una venganza fotográfica de aquella escena donde le notificaba que la profesora a la que le había echado ojo estaba en brazos extranjeros.  El gringo; aun cuando andaba distraído en tocar las cuerdas más sensibles de la fémina en forma de violonchelo, se dio cuenta, se estremeció de furia y casi estrangula al aprendiz de “paparazzi”.
El epilogo de esa reunión impía empezó  con la fuga de las profesoras mientras uno de los anfitriones desde una especie de pedestal arrojaba una mezcla hedionda de cerveza, alcohol y bocadillos. Al día siguiente, en este pueblo donde el chisme y el raje es un deporte provincial  la noticia se difuminó como reguero de pólvora y fuegos artificiales, y las luces brillaron a la medida de su imaginación de cada qui.

3 comentarios:

  1. jjajajaja felicitaciones profe por sus cronicas que cada día son más bonitas y divertidas.
    espero ancioso la próxima publicación y ojala pronto un pequeño libro con historias en las que quisiera contribuir; me quedo por ahora en Lima escuchando un tema de la banda de músicos la única de marcará y con las maletas casi listas para viajar a chacas el pueblo al cual le debe mi vida.

    gracias " profe" por compartir estas historias divertidas con nosotros.

    un gran abrazo a las distancia!!!

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  2. Gracias, Lucho, espero darle forma a la anecdota de la cogida del toro a tu papá en la puna a pesar de tu recomendacion que no se acercara.

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  3. Manuel, dice el colorado anfitrión que ha disfrutado mucho el artículo y quisiera repetilo, promete no llevar camara alguna, saludos Lucho

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