miércoles, 2 de marzo de 2011

NO PAGARÉ POR ESAS CARTAS


Esta nota es una especie de homenaje a mi querido tío, Celso Vidal Villanueva, fallecido el año pasado. Un caballero a carta cabal, profesor querido y recordado en donde hubiera trabajado y de una generosidad, capacidad de compresión y cumplimiento del deber  increíble. No he visto una persona más responsable y puntual en el deber de pagar al fisco los tributos como él.
El tiempo que viví en su casa de AVEP en Lima, fue una oportunidad para compartir largas charlas que estaban nutridas de historias, anécdotas y experiencias vividas en Pomabamaba su tierra natal, Chacas su tierra adoptada, Huallanca su primer lugar de trabajo y Paramonga escenario de su liderazgo docente. En una de esas tardes después del puntual lonche de las cuatro de la tarde me contó lo que a continuación comparto con ustedes mis queridos blogueros.
Cuando viajar de Pomabamba a Lima era una aventura poco menos que increíble y demás azarosa, hubo un cristiano que emprendió viaje en aquellos elefantiásicos buses con destino a Lima, donde te cobraban además del pasaje hasta el aire que respirabas. Previo al viaje había realizado una serie de actividades de preparación como hornear los panes, preparar el mote, matar el cerdo y el carnero cebados para tal ocasión. Mientras ultimaba los preparativos para el viaje recibía la visita de nostálgicos parientes que conocedores de su viaje a la capital, venían a encargarle recados y misivas para sus queridos parientes exiliados por la pobreza y la exclusión.
Cuando se embarcó parecía más una mudanza que un viaje de visita. Con el entusiasmo natural que genera un viaje se acomodo en el asiento y observó como una película interminable el paisaje que recorría a través de las lunas vaporizadas.
En eso estaba, cuando de pronto abordó el bus un sujeto con traza de fisgón y anunció que rebuscaría a todos para verificar si alguno llevaba alguna carta y se le encontraba a alguien alguna carta le haría pagar el equivalente del envío por cada una de las cartas.  
El pomabambino se se puso tenso inmediatamente ante el anuncio. Recuperado del primer impacto se apresuro a abrir y  leer las cartas velozmente tratando de captar la máxima cantidad de mensajes posible. Una vez leídas las cartas no sabía cómo ocultar el cuerpo del delito y en ese instante Dios le iluminó, se tragó cada una de las cartas letra por letra, palabra por palabra, saludo por saludo. Llegado a Lima alojado en la casa de su hermana visitó a cada uno de los destinatarios de las cartas para transmitir a cada uno de los mensajes que había podido captar en la veloz lectura.
De ese modo evito pagar por la docena de cartas que llevaba esconda entre su ropa.

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