domingo, 6 de febrero de 2011

"BOK, BOK ALEMAN"; EL PELUQUERO DEL PUEBLO

                Cuando llegaba aquel anciano con el maletín negro en la mano ya nos imaginábamos el suplicio que sería soportar el recorrido de sus romas  tijeras y maquinas de peluquear. Era un anciano demacrado de mejillas rojizas y de una seriedad imperturbable que cada cierto tiempo salía de San Luis, supongo por varias semanas o tal vez meses, y recorría cada pueblo, cada caserío ganándose el pan de cada día trasquilando los crispados cabellos de los críos de cada pueblo que visitaba.   Su corte de pelo era el modelo que ofrecía a los insurrectos niños que se resistían a la orden paterna de dejarse peluquear por “Bok, Bok Aleman”, que es como lo llamábamos,  porque nunca supimos su nombre.
                Tal vez sería un admirador de Hilter o no; pero, su rostro, su contextura y corte inspiraban cierta repulsa al verlo y asociabanlo a la imagen de Hitler. Verlo nos hacia entender que pronto estaría por la casa destapando su ajado maletín negro del que iba sacando, cual mago, primero el paño blanco incrustado de pedazos de pelo del sin fin de clientes que había recortado. Luego iba acomodando donde pudiera las tijeras, las brillantes y grasosas maquinas mal afiladas que luego recorrerían nuestra cabellera haciéndonos ver el infierno. Estaban tan sin filo que no cortaban el cabello sino prácticamente los jalaban.   Sin embargo, lo peor no era que te depilara el cabello sino el modelo nazi alemán que te imponía para la burla de los compañeros en la escuela. El único consuelo era que no serias el único, sino que había por lo menos un tercio de alumnos que compartirían la burla del corte “Bok, Bok Aleman”.
                Era como una peste que llegaba recorriendo las cabezas de cada infante que asentía el  ofrecimiento que hacía con sus dedos huesudos simulando las hojas de la tijera y diciendo: “Bok, Bok Aleman”. Y el lunes estábamos enfilados entre la formación de la escuela, cual niños del Reich, soportando la burla de los otros. Felizmente el cabello crecía con entusiasmo y la burla iba mitigándose hasta la próxima visita de “Bok, Bok Alemán”.
                Un día nos dimos cuenta que ya no venía, despareció así como vino, sin aviso, entendimos entonces que  Dios lo había enviado a mejor vida.

1 comentario:

  1. Bien Mañu me haz hecho reir un buen comienzo de semana.

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